viernes, 4 de julio de 2014

Yo también fui un código de barras

En un día normal, sin demasiado ajetreo, pueden pasar por mis manos más de 600-700 muestras, en su mayoría, de sangre. Son tantas, que acabas trabajando de forma mecánica, casi como un robot, olvidándote que detrás de cada código, se esconde una historia, una vida que puede cambiar con esos resultados.


Sin embargo, hay días, en los que un llanto desde la sala de extracciones, te devuelve a la realidad. No son sólo códigos de barras... y te paras a pensar en la cantidad de gente que puede estar enferma, en la cantidad de gente que espera, con ansia e incertidumbre, a que tú termines el maldito análisis... La mayoría, por suerte, seguirán sanos y salvos. La minoría tendrá que empezar a convivir o a seguir viviendo con sus patologías. A todos esos... FUERZA.

1 comentario:

  1. A veces sacas a pasear la sensibilidad y me sorprendes ;)
    Me ha gustado el post.
    Cleo

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