miércoles, 16 de abril de 2014

Derecho al pataleo

"Hay cosas peores en la vida, hay gente peor que tú.". VALE. ¿Y qué? ¿Debo estar alegre porque hay algún otro desgraciado esté peor que yo? Pues no creo que sea justo, ni para él ni para mí. Creo que todo el mundo tiene derecho al pataleo, a quejarse si quiere de lo que pasa y ya está. Sin prejuicios, sin ser juzgados desde la distancia... Hoy me quejaré porque no veo y ya está. Si mañana paso hambre y no tengo con qué alimentarme, de eso despotricaré, de lo que me afecta, porque en el fondo no somos tan empáticos como presumimos y fingimos. Porque somos, porque debemos ser, un poco egoístas y pensar más en nosotros.

Nunca he infravalorado nada, siempre he atendido a la quejas de mis amigos, familiares... por insignificantes que me parecieran porque sé que para ellos eran importantes. Aún recuerdo el día del diagnóstico; me acababan de dar esta noticia y aguanté estoicamente como una amiga se quejaba de un examen ¡De un examen! ¿Lo entendéis? de un puñetero parcial que podría aprobar dos meses más tarde, mientras yo estaba condenada a estar enferma para siempre. ¿Quién estaba peor en ese momento? Pues probablemente las dos y no la juzgo. Su preocupación era su examen y la mía, mi salud. Eso es todo, una discrepancia de intereses. No justifico la causa de sus quejas, pero justifico que pueda quejarse. Lo que no entiendo es porqué los demás no pueden entenderlo.

martes, 15 de abril de 2014

Decisiones

Supongo que es hora de volver a escribir, de romper este parón literario... No, no es que no tenga cosas para contar, es más bien, que no sé cómo contarlas, cómo expresarlas.

Hoy debería haber ido al Neuro. En mi última revisión oftalmológica, se han dado cuenta de que he perdido un 20 % de visión en un ojo, que podría ser una secuela de la diplopía con la que debuté con EM, pero que ellos tampoco sabían...  Igual era el amago de una neuritis, igual con un par de bolos de cortisona se me podría haber corregido, pero he decidido no ir. Quedarme en casa. 



Tenemos que ser consecuentes con nuestras decisiones, ya sean acertadas o erradas; las hemos tomado porque, en un momento determinado, creimos que era lo mejor, así que nada de hacernos reproches luego. No he ido y ya está. Eso es todo. No me juzguéis.

martes, 8 de abril de 2014

Fecha de caducidad

Si tuviera la certeza de que me voy a morir mañana, hoy sería más valiente. Escribiría un par de e-mails de agradecimiento a esas personas que me marcaron, cogería el teléfono y llamaría a mis amigos, me pasaría la tarde jugando con mi sobrina, estaría con la familia...

Pero confiamos demasiado en un mañana, posponemos lo que queremos, siempre para más adelante. Y puede que algún día, ya no pueda escribir esos mails porque la muerte me sorprenda de manera repentina al cruzar una calle... ni tenga la posibilidad de despedirme de mis amigos, ni el tiempo para jugar con nadie.

Quizá, para hacer lo que realmente nos apetece, necesitaríamos saber nuestra fecha de caducidad...