lunes, 25 de noviembre de 2013

Sin asteriscos

         Tengo una analítica envidiable; de esas que no tienen asteriscos, de esas perfectas. Y aún así, estoy cansada, muy muy cansada.


          Y no,  no me basta con un simple Pharmaton, por mucho que os empeñéis. No sé si será el estrés, la ansiedad, la EM u otra cosa. No lo sé y casi que, ya, no me importa. Sólo quiero descansar, despertarme un día con energía. No es tanto lo que pido.

lunes, 18 de noviembre de 2013

Querer la luna...

         Creo que todos, en algún momento de nuestra vida, nos comportamos como Raúl, ese niño caprichoso protagonista de este libro, al que no se le ocurrió otra cosa que querer la luna.


             Es cierto, yo no quiero la luna y, a decir verdad, tampoco tengo unos amigos tan fieles que la pusieran a mi alcance... Mis antojos son más terrenales y, quizá por eso, no logro comprender como él que, a veces, simplemente las cosas que queremos, no pueden ser...

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Mientes...


Sé que no es muy ético pero, en ese momento, hubiera deseado que, durante sólo un día, nos intercambiáramos los papeles... Y no, no es que quiera cambiar mi vida, y menos, por la de alguien que juzga como tú.

Sólo quería que supieras lo que supone levantarte casi por inercia, sin haber pegado ojo durante la noche pese al lorazepam. Que lo primero que vieras al encender la luz fuera el autoinyector de un medicina que te has de inyectar de por vida y que ni siquiera te va a curar. Que sintieras las molestias, los bultos, el dolor del copaxone... y eso sólo para empezar.

Que al poner los pies en tierra, te des cuenta de que no puedes, de que no eres capaz; de que te tiembla todo, de que no tienes ganas de nada. Vestirte, ducharte y a duras penas llegar a clase. Porque, eso sí, yo nunca he querido abadonar mi formación. Estar seis horas en clases, aguantando, disimulando, como puedes.  Volver de clase y subir a un segundo (aunque para ti es más duro que el mítico Alpe d'huez), comer e intentar estudiar... pero misión fallida, sentirte fracasada. Ducharte y pincharte de nuevo el medicamento... Para que al día siguiente alguien como tú, te diga que no estudias porque no te da la gana.

Y esto es un día de los buenos. Los malos, por mucho que me fastidien tus comentarios, no me atrevo ni a describírtelos.