lunes, 18 de noviembre de 2013

Querer la luna...

         Creo que todos, en algún momento de nuestra vida, nos comportamos como Raúl, ese niño caprichoso protagonista de este libro, al que no se le ocurrió otra cosa que querer la luna.


             Es cierto, yo no quiero la luna y, a decir verdad, tampoco tengo unos amigos tan fieles que la pusieran a mi alcance... Mis antojos son más terrenales y, quizá por eso, no logro comprender como él que, a veces, simplemente las cosas que queremos, no pueden ser...

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