lunes, 24 de agosto de 2015

Citas truncadas

Me encanta que pongáis un teléfono al que llamar para anular o cambiar una cita. Viene fenomenal cuando te mueves por toda Andalucía, haciendo malabares para poder compaginar 800 citas, un trabajo a más de 300 km de casa, un mal horario y una fatal combinación de autobuses para volver.

Rectifico. Vendría genial si me cogiérais el telefono... Pero no, puedes pasarte una semana, un mes, llamando cada media hora, y cogerán algún día (por equivocación, te lo aseguro) y entonces será cuando te suelten que es que tenías que haber llamado con no se cuántos días de antelación, que ya no pueden hacer nada, que tendrás que solicitar la cita de nuevo y empezar el procedimiento.

Y da igual que le expliques que llevas llamando desde que recibiste la cita y que son ellos los que no han cogido, y da igual que le lloriquees, que le expliques tu situación porque no les importa...

A veces quiero creer en vosotros, en que habéis estado ocupados, pero he decidido que no... Porque la realidad suele ser otra. Que os den, que os den a todos, porque os veo allí con el teléfono sonando y haciendo como los que no escucháis o, simple y llanamente, pasando del tema mientras charláis de algo totalmente intrascendental ¿Cuándo fue que perdísteis la ilusión por vuestro trabajo? o más bien ¿Por qué perdísteis las ganas de ayudar a los demas?

martes, 4 de agosto de 2015

Al rincón del llorón

Me contaba mi sobrina que cuando en su cole algún niño llora tiene dos opciones: o dejar de llorar y seguir jugando, o irse al rincón del llorón.
- ¿Y los niños se callan cuando la 'seño' les dice eso?
- Algunos sí, pero otros necesitan llorar un poco para poder estar contentos otra vez.

No tenía ni 3 años por aquel entonces y ya sabía más de la vida que yo; que yo y que cualquier otro adulto… Porque llorar no es malo, lo desprestigiamos nosotros, no sé muy bien el motivo, no sé a quién se le ocurrió. Llorar nos hace fuertes, es un cara a cara con lo que te hace daño. No llorar nos hace duros y eso es diferente, duros porque las lágrimas que nos tragamos van depositándose y creando una coraza interior que ya no te deja crecer como persona, te limita, no deja pasar emociones (ni buenas ni malas). La gente tiene que llorar para poder reír y nadie parece entenderlo.