domingo, 17 de julio de 2016

Abierto por vacaciones

Confieso que no sabía cómo retomar el blog, que me daba rabia no saber cómo explicar este marcado parón, que no me atrevía a admitir que han sido momentos difíciles, meses en los que acabé enfadada con la vida, enfadada conmigo, enfadada contigo, enfadada con todo. 

Confieso que aún hoy no estoy preparada para romper este silencio del todo, pero que no me apetecía callar más... Así que he esperado a la revisión semestral para poder reabrir el blog hablando de cosas más triviales. Sí, porque mis consultas ya sabéis que no son nada extraordinarias, que son pura rutina, aunque esta última revisión haya dejado mi historia clínica en el limbo, con mis autorizaciones en tierra de nadie... pero la EM, ella sigue en Stand by. Parece que quiere que pase un buen verano ¡Disfrutémoslo!

martes, 8 de marzo de 2016

Falsa heroína

Para mis amigos, soy esa especie de heroína que nunca pierde la sonrisa tras un pinchazo; para vosotros, esa quejica que flaquea, cada semana, ante un botón azul que se le atraganta.

Para ellos, esa heroína, sin capa ni poderes, pero con paciencia infinita para jugar con sus niños en pleno brote; para vosotros, esa niña caprichosa que abandona el juego a las primeras de cambio.

martes, 1 de marzo de 2016

Perdóname

Por haberte robado esa sonrisa casi perenne y esas ganas de comerte el mundo, por echar por tierra todo lo que imaginaste un día, por no poder cumplir ni uno sólo de esos proyectos que esbozaste sobre las pastas de un bloc que, aún hoy, guardo en la estantería.



Por haber perdido ese halo de ilusión que siempre te acompañaba y roto aquel diario que narraba nuestro primer desengaño... Sin duda hoy, hubieran sido de gran ayuda para capear las decepciones que me esperan.

Por olvidar el coraje que te ganaste en aquel callejón y por el que tuvimos que pagar un precio demasiado alto, tu inocencia y mi confianza. Por rendirme cuando tú máxima siempre fue luchar por lo (y los) que querías. Por perder las fuerzas que te hacían levantar una y otra vez, tras cada zancadilla del destino.

Por no haber seguido jugando cuando te despojaron de la inmunidad del cascarón de huevo, por negarme a aceptar las nuevas reglas de una vida que sigo sin entender. Por haberme convertido en lo que nunca quisiste ser, por no estar a la altura de la niña que fui.

Perdóname porque, a veces, los adultos simplemente no sabemos vivir...