sábado, 25 de julio de 2015

Crónica de un reconocimiento médico

Cuando entras a una consulta nunca sabes lo que te vas a encontrar... y yo me encontré de bruces, sin preámbulos ni cordialidades, con una pregunta sobre parestesias en las manos.

En ese momento sabes que tu mundo ha quedado al descubierto, que tu parte más íntima está a disposición de ese médico convertido a juez, y tu futuro, en sus manos. Aprendes que las historias clínicas pueden llegar a ser traicioneras, pero que, en el fondo, lo que tenga que ser será… Así que decides abrirte y “confesar”, confesar algo que ya sabe.

Si os digo la verdad, fue un reconcomiento muy incómodo. Me daba la impresión de que el médico buscaba cualquier cosas para no calificarme como apta. Le costó. Venga a insistir sobre hormigueos, cosquilleos y demás (como para hablarle de mi extrañas sensaciones en las muñecas, me incapacita de por vida jaja). A decir verdad, igual no preguntó tanto, igual era lo que tenía que hacer; al fin y al cabo, mi trabajo es muy manual y más me vale no tirar ninguna muestra. Quizá yo estaba demasiado susceptible, quizá era yo la que no me veía capaz... porque, a veces nosotros somos nuestros peores jueces.

miércoles, 22 de julio de 2015

Dormir sin pensar

Dormir no es fácil. Es más bien, difícil. Da igual que pongas todo de tu parte porque, a veces, simplemente no se puede por mucho que lo intentes. Quizá no estemos preparados para caer en los brazos de Morfeo, cuando aún tenemos cosas pendientes que arreglar por aquí, despiertos... o eso creemos porque en realidad lo que, a veces, nos quita el sueño, no se puede arreglar; y no se puede arreglar o porque no tiene arreglo o porque realmente no hay nada que arreglar por mucho que nos empeñemos.

Si hay algo en la vida que me gustaría conseguir es eso: desconectar, poder desconectar de una situación y centrarme en otra. Al fin y al cabo, de nada sirve seguir pensando en lo que hiciste, en lo que no hiciste, en lo que pasó, en lo que podría haber pasado... De hecho muchas de nuestras preocupaciones son eso, solo nuestras, porque para el resto del mundo pasan desapercibidas o no le dan la más mínima importancia.

viernes, 17 de julio de 2015

Rotos por dentro

Hoy podría escribir un artículo perfecto sobre la fatiga en la EM, pero también una tesis doctoral sobre la incomprensión y la falta de empatía. Sobre los comentarios más hirientes y sobre mil cosas más que llevan a lo mismo... a la soledad.

Porque lo admito, hoy me siento sola, sola y despreciable, porque ya, sin ganas de luchar, he acabado aceptando como válidas vuestras ideas sobre mí. Me cansé de tratar de explicaros, me cansé de autojustificarme y he optado por lo fácil, por daros la razón... Al fin y al cabo la tenéis ¿no? o eso creéis.


miércoles, 8 de julio de 2015

Esa extraña sensación

Nos remontamos a junio de 2012, deambulo por los pasillos del Hospital Juan Ramón Jiménez. No, no es una cita médica, aún no me han diagnosticado EM, aún no sé ni qué significa eso ¡bendita ignorancia!... Estoy en las prácticas del ciclo y me dirijo a recepción de muestras a por algo. Son casi las dos de la tarde y no hay ni un alma por los laboratorios, todo relajado. Mientras camino, noto una extraña sensación que parte de las manos hacia arriba, de las dos, una especie de cosquilleo o más bien corriente, fuerza eléctrica. No le doy la más mínima importancia a pesar de que la sensación continúa durante las prácticas, no se la doy hasta hoy, que vuelvo a notar esa misma extraña sensación.

Desde aquel día a hoy han cambiado muchas cosas, entre ellas el diagnóstico y lo que antes no me inquietaba, ahora levanta en mí un cierto interés. ¿Será la EM? Pues probablemente no, probablemente es que trabajo mucho con las manos y mi cuerpo se resiente, quizá eso del túnel carpiano (aunque no me duele) o vete tú a saber qué, pero siempre rondará por mí la idea de la esclerosis y eso no me lo quita nadie.