martes, 19 de septiembre de 2017

Lección de patinaje (o de vida)

Tras su primera clase de patinaje, mi sobrina llegó a casa bastante contenta:

- ¿Ya sabes patinar? Le pregunté
- Ya sé cómo levantarme. Contestó orgullosa.

Y aunque confieso que aquella repuesta me dejó un tanto descolocada, la niña continuó explicándose:

- Todos nos vamos a caer. Todos, tita... hasta los monitores, pero por eso no tenemos que dejar de patinar, solo aprender a levantarnos.




Así de fácil. Así de simple.

martes, 1 de agosto de 2017

Aubagio

Puede que tengáis razón y Avonex haya sido ese guardián incansable que ha mantenido a raya a mi EM, ese que me ha protegido de brotes y mantenido inalterada mi resonancia durante años. Ese que frenó todo, sí, pero también ese que me hizo llorar y, de eso no, no tenéis ni idea. 

Lo siento, pero estar sana a cambio de estar infeliz es un precio demasiado alto. Lo siento, pero para mí se acabaron los pinchazos, la fiebre, el dolor de piernas, de cabeza, el malestar. Se acabaron los miedos, la incertidumbre, las dudas ante un botón azul. Se acabó todo.

Lo siento, pero voy a confiar en Aubagio aunque no cuente con vuestro apoyo.

domingo, 18 de junio de 2017

Un año, querido blog

Un año desde mi último post, un año desde que decidí reabrir el blog aunque fuera para no volver a escribir nada... Un año después vuelvo a escribir y vuelvo porque lo/te necesito.

Perdóname por mis abandonos, por mis enfados, por mis incongruencias, por mis vaivenes emocionales... Perdóname porque no hablo yo, hablan los kilómetros que me separan de casa, hablan las horas que paso esperando a que pasen.. .Perdóname porque, aunque suene a tópico, estoy demasiado cansada para tratarte como te mereces.

Llevo un año dando tumbos de un sitio a otro: Jerez, Sevilla, Huelva, vuelta a Sevilla, Osuna, Cabra, Riotinto y de vuelta a Jerez. Meses de buscar alojamientos in extremis, de viajes relámpagos. Demasiados kilómetros, demasiados primeros días, demasiada gente nueva... Demasiado para mí.

martes, 21 de febrero de 2017

Spiderman

El jueves coincidí con Spiderman en la sala de espera del hospital. Fui a sacarme sangre y me llevé una lección de todo un superhéroe.

Tenía 5 años, chándal de Spiderman, botas de explorador y esa energía que, a menudo, me falta a mí. Al grito de "no quiero pincharme otra vez" correteaba por la sala, hasta que se paró a mi lado y de forma brusca me espetó: ¿Quién eres?


Después de intercambiar nuestros nombres, me hizo otra pregunta; ¿Quieres ponerte mis zapatos? ¿Nos los cambiamos? Una inocente pregunta de un niño que estrenaba zapatos. Me quedan pequeños... dije, pero en realidad me quedaban grandes, creo que a su corta edad Spiderman había pasado más veces por el hospital que yo y pese a su negativa inicial, se pinchó para finalmente despedirse de mí con un: Te toca. Esta vez, si nos pondremos buenos.